martes, 28 de septiembre de 2010

En ruinas, pero eterno


«...He aquí por de pronto a España en pie (...) ¿Hace falta una manifestación significativa? Ahí está, en ruinas, pero eterno el Alcazar toledano. ¿Cómo no mencionar en esta fiesta de 1936 el acontecimiento más reciente que mejor patentiza la inextinguible fortaleza de una raza inextinguible? (...) Con los defensores y ganadores de Toledo se sienten unidos en la más honda, grave, más decisiva unanimidad todos los defensores y ganadores de la España que no quiere perecer. La fiesta de la Raza se resume con un solo viva: señores ¡viva España! »

JORGE GUILLÉN. De su discurso el 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Sevilla.

Habrá quien nos diga que este discurso fue pronunciado poco menos que con un mosquetón apuntando al pecho del orador, y no le llevaremos la contraria. Sin embargo, uno está por quitarle hierro a unas palabras que en absoluto comprometen a quien las pronuncia ya que la comparación de los defensores del Alcazar con una Raza que se resiste a la extinción nos parece ajustada a la realidad y hasta comedida. Por otra parte, la importancia de aquella gesta no aumenta una micra por mucha que sea la calidad y la cantidad de los panegiristas.
Cierto es también que en un ejercicio de elemental mesura hemos detenido el discurso justo en el momento en que Jorge Guillén sacaba el incensario para sahumar a Queipo.



lunes, 27 de septiembre de 2010

Hay claridad


Resulta que la Residencia de Estudiantes cumple el viernes próximo un siglo de su inauguración y para empezar a conmemorar el centenario ha bajado desde los Altos del Hipódromo al paseo del Prado con una exposición que se pretende de visitas masivas. Y puestos a atraerse al público no solo se busca una plaza de primera sino que además se pone en el cartel el nombre de los dos primeros espadas.
Más que otra vuelta de tuerca sobre la relación Dalí-Lorca que tan explotada está por los desenterradores de cadáveres, habría que interpretar la muestra como un reflejo del mejor espíritu de la Edad de Plata de la cultura española, que resultó ser la edad de oro de la propia Residencia. Además de algunas obras de Barradas y De Chirico, de Dalí hay que destacar la resplandeciente "Academia Neocubista" del Museu de Montserrat que no es fácil verla fuera de entre aquellos riscos. Los característicos dibujos a tinta china de Federico son inevitables, pero más interesante resulta la colección de fotografías en copias de la época.

Al hilo de la exposición Manuel Gutiérrez Aragón ha perpetrado una especie de dramatización basada en la correspondencia entre Dalí, Lorca y también Buñuel que no resulta creíble en ningún momento, pero ahí está.

En CaixaForum (Paseo del Prado 36) hasta el 6 de febrero de 2011.






jueves, 23 de septiembre de 2010

Las 4 calles


Conste que las cuatro calles del título del cuadro son en realidad tres, Alcalá y las dos que la atraviesan; a este lado Sevilla y a aquel Virgen de los Peligros. En mi pueblo dirían que son cuatro cantillos y los cuatro son reconocibles por la cuadriga del Banco de Bilbao y la vista al fondo de las Calatravas y la torre de La Unión y el Fénix.
Y viene al caso porque, hoy que empieza el otoño, se nos representa como la versión urbana de aquellos cuadros de estación que los clásicos figuraban como catálogo de productos de temporada y los oficios del momento. Aquí, parece estar amaneciendo y la calle mojada del relente o la lluvia sólo la cruza lo que parece ser un sereno que apaga las farolas. Este despligue de azules salió del caballete de José María Ybarra en los años 1950 y se quedó en la colección propia.
Corto recorrido que el crítico Ramón Faraldo se empeñó en justificar en aquel catálogo que ya comentamos.

«Este cuadro figura aquí por ser como es; más que por ser de quien es. El lugar, la luz, la soltura técnica sugieren a través de esta tela, como de otras de la misma mano, que su autor pudo dedicar a lo que dedicó su vida, pero pudo tambien profesionalizarse en la pintura. Comparando esta obra de aficionado con otras muchas de pintores de oficio, el oficio sale mal parado y la afición, la intuición, bastan a quien siente la pintura para pintar, substantivamente».




lunes, 20 de septiembre de 2010

Masoliver en Rapallo


Uno lo imagina -suposiciones, desde luego- con cerrado acento catalán y lector en la universidad de Génova a los 22 años, con todos los clásicos leídos y en trance de asimilación. Poco más tarde Juan Ramón Masoliver (1910-1997) en Rapallo en uno de esos pisos que se asoman al mar, más elegantes que cómodos (cinco alturas sin ascensor) y allí amanuense de Pound y recibiendo a los amigos que le iban visitando por temporadas; Ruano corresponsal, Eugenio Montes, Samuel Ros, Ridruejo...
Ya en su ancianidad de polígrafo sapiente, en su última entrevista para la revista Ínsula le llaman el último vanguardista, y recordaría que tuvo que empezar por conocerse todo el Dolce Stil Novo como si se tratara de unos amigos a los que les traduce los versos, los pule y los abrillanta.

Sigue pendiente de estudio detallado la experiencia rapalense de Masoliver, así como la posterior correspondencia inédita con Pound en la que parece que éste manifiesta sus mejores deseos de victoria para el bando en el que lucha su antiguo secretario.

Su obra posterior de critico literario, entre otras cosas, se puede consultar en la versión digital del diario La Vanguardia, y de momento nos podemos quedar con este recuerdo que se le dedicó hace unos meses. La fotografía de Masoliver y Ridruejo, de mediados los años 1940 pertenece también al archivo del diario barcelonés.








martes, 14 de septiembre de 2010

Todo lo perdí


Todo lo perdí
en un golpe de dados:
sólo queda tu recuerdo
y días largos, muy largos...

Mas no perdí, que gané
sin embargo;
pues el poso de la vida
-lo logrado-
estudios, amores, bienes
-complejo dulce-amargo-
sin sentir, me iban haciendo
esclavo.

Cayeron los dados férreos,
de todo fui despojado:
sólo me quedaste tú
-tus labios lejanos-
y tu espíritu
libertado
que sólo desea
tus labios,
y, camino de la muerte,
días largos,
muy largos.

Luys Santa Marina. GANA-PIERDE, de Primavera en Chinchilla (Editorial Apolo, Barcelona 1939).

Desde su prisión del castillo de Chinchilla Santa Marina, como en los romances viejos, vuelve la vista al paisaje o, como en este caso, a la evocación de la amada. Ya se ve que tres condenas a muerte y el saberse con la vida pendiente de un cordel le hicieron volver al origen de su poesía. Por lo demás, en pérdidas y despojamientos Santa Marina era maestro y los bienes materiales de los que habla fueron tan escasos que en sus últimos años debió contar con la ayuda de los amigos cercanos, entre otros el propietario de esa fotografía.

La que subimos por aquí el año pasado ha sido bastante reproducida, y ahora compensaremos aquella de juventud con esta otra de Luys en sus últimos años. Es de 1975 y como aquel otro dibujo, también del archivo de D. José María Calzada Badía. Conste nuestra gratitud.





domingo, 12 de septiembre de 2010

Rothko en Madrid


Nos paseaban la noche del sábado por el centro de la ciudad en vela mientras nos comentaban lo fácil que resulta datar la obra de
Mark Rothko (1903-1970) atendiendo tan solo a las tonalidades de sus cuadros; de los dorados resplandecientes de los primeros 1950 a los grises y malvas de finales de los 1960 que anticipan su muerte. El propio artista reconocía el ejercicio de su pintura como expresión una búsqueda religiosa y eso es lo que llevará a sus cuadros a la simplificación máxima.
Como una evidencia que encierra varias sutilezas, hay que asomarse a estas telas y apreciar las decenas de capas sucesivas de fino óleo que van configurando esos cambios de tono que de lejos pudieran parecer brochazos.

Lo más cerca que estuvo Rothko de Madrid, ya que parece que no la visitó nunca, fue en la exposición antológica que en 1985 trajo la
Fundación Juan March a la calle Castelló, y las dos únicas obras de Rothko en colecciones públicas de Madrid están separadas solo por 850 metros (Google Maps dixit) ; arriba Orange, Plum, Yelow de 1950 (óleo/lienzo 177x101) en el Reina Sofía y abajo Green on Purple (mixta/lienzo 258x229) de 1961 en el Thyssen. Aunque es bien sabido que otra media docena se reparte por la capital entre destacados coleccionistas, casi todos ellos, curiosamente, miembros de lo que Baroja llamaba -cargando la suerte- pueblo elegido del Señor. Lo cual no deja de ser un síntoma, desde luego.






lunes, 6 de septiembre de 2010

De exhumaciones pictóricas


Desde que hace ahora algo más de un año se presentara la nueva reordenación de la colección permanente del Museo Nacional Reina Sofía, algunas cosas han cambiado y para mejor, así que si el pasado verano nos quejábamos de algunos descensos a los sótanos del museo, como esa situación se ha rectificado será cuestión de reconocerlo.

Al hilo del discurso histórico la distribución de las salas mantienen obras que permanecen siempre y otras que dentro de ese ámbito se van cambiando a gusto del individuo de turno. En la sala 202 vuelven a la luz (tenue, eso sí) dos de los más conocidos collages de Adriano del Valle que hace un año perdimos de vista; las Postrimerías de Fernando Villalón y la Casa de tócameroque, ambos de 1930. Bien acompañados en la misma sala de otros cuatro collages de Benjamin Palencia también en la línea de Max Ernst y algunos otros más rompedores de genial Nicolás de Lekuona. Por cierto que de Adriano del Valle está a punto de aparecer publicado por la malagueña editorial ZUT un libro con una selección de sus collages.

A continuación en la sala 203 se nos aparece, como resucitado de entre los muertos Pancho Cossío. De entre la veintena larga de bodegones y retratos que tiene el museo de nuestro camisa vieja santanderino no han subido precisamente el mejor, pero algo es algo; se trata del Bodegón de los Guantes de 1928 (óleo sobre lienzo 50x80 cm.) que traemos aquí. Enfrente del Cossío y junto a Maruja Mallo reaparece como objeto permanente de culto en proyección inacabable Esencia de Verbena (1930) de nuestro ínclito Giménez Caballero. Bien es cierto que la masa suele pasar de largo por delante de esta curiosidad porque al fondo de la sala le hace la competencia Buñuel con su L´Age D´or, pero claro, de eso tampoco nos vamos a extrañar ahora.