Avanzamos por las memorias de guerra de Julián Zugazagoitia en las que la página 470 corresponde a julio de 1938. La muerte campea por los frentes de batalla pero eso no impide que en la política de retaguardia se produzca cierto recrudecimiento nacionalista, especialmente en las actividades de la Generalidad catalana. Zuga está presente cuando el presidente Juan Negrín se dirige rudamente al subsecretario de Gobernación:
« —No estoy haciendo la guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un nacionalismo estúpido y pueblerino. De ninguna manera. Estoy haciendo la guerra por España y para España. Por su grandeza y para su grandeza. Se equivocan los que otra cosa supongan. No hay más que una nación: ¡España! No se puede consentir esa sorda y persistente campaña separatista, y tiene que ser cortada de raíz si se quiere que yo continúe siendo ministro de Defensa y dirigiendo la política del Gobierno, que es una política nacional. Nadie se preocupa como yo por las peculiaridades de su tierra nativa; amo entrañablemente a todas las que se refieren a Canarias y no desprecio, sino que exalto, las que poseen otras regiones, pero por encima de todas esas peculiaridades, España».
No hará falta decir que al que se le ocurra repetir hoy en dia una idea semejante se pone en riesgo de ser tildado de fascista, o su versión más pedestre y bisílaba. En otro orden, no estaría mal que conocieran este texto los actuales políticos nacionalistas (o no) de lo que entonces se llamaba "regiones autónomas".
Pero no cabe engañarse, y para que Negrín se manifestara así, fue necesario que se encontrara con una guerra perdida, entre otras cosas, por la inepcia de esas regiones. Las tropas de Yagüe ya lo tenían de cara a La Junquera, cuando él había pasado toda la guerra mirando a Moscú.
En la fotografía de 1954 el doctor Negrín (a la derecha) en su residencia londinense de Dormers Bovingdon. Su exilio no es que fuera dorado, fue de oro.